EDICIÓN DE PAPEL DE EL PAÍS. REVISTA DE VERANO
EDICIÓN DIGITAL EL PAÍS
EL MICROTEATRO DE LOS CLÁSICOS
Cinco actores montan
en Almagro entremeses de grandes autores en un carro de madera
Representación del entremés 'El rufián
viudo llamado Trampagos', de Cervantes. /FRANCISCO
ROMERO
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Cinco actores ataviados como personajes de entremeses
intentan llamar la atención con una carraca y sus voces a los que se alivian de
la canícula en las terrazas de la Plaza Mayor de Almagro (Ciudad Real). Son las
ocho de la tarde y el quinteto interpreta una "loa" para anunciar su
mercancía y captar espectadores que acudan al espectáculo de
"microclásicos" que la asociación cultural Teatrava pone en escena, por tercer año y siempre en paralelo
al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. De jueves a domingo
rememoran y homenajean a los cómicos de la legua, aquellos nómadas que hace 500
años mostraban su repertorio de pueblo en pueblo. Este año representan 10
entremeses, esas obras divertidas y de corta duración que se interpretaban en
los descansos de los clásicos en el Siglo de Oro para que los asistentes se
tomasen un respiro, y en las que había licencia para lo satírico y lo procaz.
Era el microteatro de los clásicos. Cervantes, Quevedo, Lope de Rueda y Luis
Quiñones de Benavente son los autores escogidos en esta edición, con textos en
los que, como manda el género, hay maridos viejos y celosos, esposas jóvenes
que arden por tener sexo, sacristanes lujuriosos y criadas cómplices de los
engaños de sus señoras.
En un antiguo patio de labranza junto a la Plaza Mayor
de Almagro, con paja por el suelo y mosquitos en el aire, y con un carro de
comedias de madera y una tela blanca de fondo como todo escenario, los cinco
intérpretes dan vida a los personajes de entremeses como El viejo
celoso, La cueva de Salamanca o El rufián viudo
llamado Trampagos, de Cervantes; La vieja Muñatones, de
Quevedo, o El sueño del perro, de Quiñones de Benavente. Todos
rondan los 20 minutos de duración. Los actores saludan al público antes de
subir a las tablas, hacen chacota del encargado de presentar la obra y exhiben
un atrezo casi desnudo, apenas una silla y una mesa, y como preludio música
renacentista. Este quinteto interpreta tres entremeses cada noche de función,
con un descanso entre uno y otro de 15 minutos, a cinco euros el pase y para un
máximo de 50 personas sentadas en bancos de madera.
Antonio León, autor del espectáculo y actor, pertenece
como sus compañeros a la compañía Corrales de Comedias Teatro, que tiene su sede en Almagro desde hace 21 años
en ese monumento nacional llamado Corral de Comedias, del siglo XVII. Cuando
llegan las fechas del Festival de Almagro, estos actores hacen mutis por una
apuesta alternativa y muy cercana al público, con el que dialogan, o entre el
que se escabullen para que el rufián de turno no les apalee las costillas. Se
transforman en cómicos de la legua porque "ellos son la primera página de
nuestro teatro", subraya, y ponen en pie "obras populares y
divulgativas a las que vienen los padres con sus niños".
Un giro a los conflictos
Después de la actuación, los cinco buscan un poco de
aire y refresco en las terrazas bajo las galerías acristaladas de la Plaza
Mayor. Hablan de lo caro que está su oficio y de cómo en estas adaptaciones
buscan "dar un giro a los conflictos a veces insulsos de los entremeses
para que tengan mayor proyección escénica", señala Norton Palacio. Sin
embargo, "el lenguaje apenas se toca gracias a su gran riqueza",
añade. El objetivo en escena, dice León, es "conectar la emoción con la
que hacemos esto con la del público". "Nosotros siempre decimos que
para que se dé esa relación el espectador no debe pensar, sino recibir
emociones. En el momento en que aparece la razón, se acaba ese vínculo".
Ellos saben al final de la función si "la gente
se ha venido arriba y has conectado, lo ves en sus caras. Es el final de un
trabajo que empieza tres horas antes, cuando los trincamos en la calle por el
pescuezo para que vengan como sea", bromea León. Lo que les mueve a seguir
en este mundo lo explica la actriz Covadonga Calderón con una anécdota:
"Un día salimos del Corral a la vez que el público, que había visto varios
entremeses, y una niña de seis años dijo: 'Es la mejor obra que he visto en mi
vida'. [risas]. Esas son las cosas que te llenan".