lunes, 20 de julio de 2015

LOS MICROCLÁSICOS EN EL DIARIO EL PAÍS


EDICIÓN DE PAPEL DE EL PAÍS. REVISTA DE VERANO


EDICIÓN DIGITAL EL PAÍS


EL MICROTEATRO DE LOS CLÁSICOS


Cinco actores montan en Almagro entremeses de grandes autores en un carro de madera


Representación del entremés 'El rufián viudo llamado Trampagos', de Cervantes. /FRANCISCO ROMERO
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Cinco actores ataviados como personajes de entremeses intentan llamar la atención con una carraca y sus voces a los que se alivian de la canícula en las terrazas de la Plaza Mayor de Almagro (Ciudad Real). Son las ocho de la tarde y el quinteto interpreta una "loa" para anunciar su mercancía y captar espectadores que acudan al espectáculo de "microclásicos" que la asociación cultural Teatrava pone en escena, por tercer año y siempre en paralelo al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. De jueves a domingo rememoran y homenajean a los cómicos de la legua, aquellos nómadas que hace 500 años mostraban su repertorio de pueblo en pueblo. Este año representan 10 entremeses, esas obras divertidas y de corta duración que se interpretaban en los descansos de los clásicos en el Siglo de Oro para que los asistentes se tomasen un respiro, y en las que había licencia para lo satírico y lo procaz. Era el microteatro de los clásicos. Cervantes, Quevedo, Lope de Rueda y Luis Quiñones de Benavente son los autores escogidos en esta edición, con textos en los que, como manda el género, hay maridos viejos y celosos, esposas jóvenes que arden por tener sexo, sacristanes lujuriosos y criadas cómplices de los engaños de sus señoras.
En un antiguo patio de labranza junto a la Plaza Mayor de Almagro, con paja por el suelo y mosquitos en el aire, y con un carro de comedias de madera y una tela blanca de fondo como todo escenario, los cinco intérpretes dan vida a los personajes de entremeses como El viejo celoso, La cueva de Salamanca o El rufián viudo llamado Trampagos, de Cervantes; La vieja Muñatones, de Quevedo, o El sueño del perro, de Quiñones de Benavente. Todos rondan los 20 minutos de duración. Los actores saludan al público antes de subir a las tablas, hacen chacota del encargado de presentar la obra y exhiben un atrezo casi desnudo, apenas una silla y una mesa, y como preludio música renacentista. Este quinteto interpreta tres entremeses cada noche de función, con un descanso entre uno y otro de 15 minutos, a cinco euros el pase y para un máximo de 50 personas sentadas en bancos de madera.
Antonio León, autor del espectáculo y actor, pertenece como sus compañeros a la compañía Corrales de Comedias Teatro, que tiene su sede en Almagro desde hace 21 años en ese monumento nacional llamado Corral de Comedias, del siglo XVII. Cuando llegan las fechas del Festival de Almagro, estos actores hacen mutis por una apuesta alternativa y muy cercana al público, con el que dialogan, o entre el que se escabullen para que el rufián de turno no les apalee las costillas. Se transforman en cómicos de la legua porque "ellos son la primera página de nuestro teatro", subraya, y ponen en pie "obras populares y divulgativas a las que vienen los padres con sus niños".
Un giro a los conflictos
Después de la actuación, los cinco buscan un poco de aire y refresco en las terrazas bajo las galerías acristaladas de la Plaza Mayor. Hablan de lo caro que está su oficio y de cómo en estas adaptaciones buscan "dar un giro a los conflictos a veces insulsos de los entremeses para que tengan mayor proyección escénica", señala Norton Palacio. Sin embargo, "el lenguaje apenas se toca gracias a su gran riqueza", añade. El objetivo en escena, dice León, es "conectar la emoción con la que hacemos esto con la del público". "Nosotros siempre decimos que para que se dé esa relación el espectador no debe pensar, sino recibir emociones. En el momento en que aparece la razón, se acaba ese vínculo".
 Ellos saben al final de la función si "la gente se ha venido arriba y has conectado, lo ves en sus caras. Es el final de un trabajo que empieza tres horas antes, cuando los trincamos en la calle por el pescuezo para que vengan como sea", bromea León. Lo que les mueve a seguir en este mundo lo explica la actriz Covadonga Calderón con una anécdota: "Un día salimos del Corral a la vez que el público, que había visto varios entremeses, y una niña de seis años dijo: 'Es la mejor obra que he visto en mi vida'. [risas]. Esas son las cosas que te llenan".